El poder simbólico del cabello afro

abril 4, 2022

Como parte de la amplia lucha por el reconocimiento de las comunidades  afro, se ha procurado asiduamente acentuar el autorreconocimiento de la mujer negra dentro de la sociedad hegemónica, reivindicando aspectos tan básicos como su vestimenta, sus costumbres, su estética y, sobre todo, su icónico cabello afro, que durante décadas ha sido estereotipado y discriminado, creándose a su alrededor una percepción peyorativa que lo asocia con lo ‘impuro’ dentro de un contexto social atravesado por el estandarizado concepto de ‘belleza’ individual.

Hay diferentes tipos de cabello, y de cada uno de ellos se despliegan diferentes formas, texturas y simetrías: está el cabello lacio (tipo 1: 1A, 1B y 1C), de aspecto brillante, fuerte y con tendencia a ser graso; el ondulado (Tipo 2: 2A, 2B, 2C), que no es lizo pero tampoco rizado, tiene bastante friz y es muy difícil de manejar; el rizado (3A, 3B y 3C), de apariencia voluminosa y textura frágil; y, finalmente, el cabello afro rizado o crespo (tipo 4: 4A, 4B Y 4C), el tipo de cabello más denso, que regularmente se encoge dado que los rizos son bastante pronunciados y que también es extremadamente frágil.

Teniendo en cuenta lo anterior, los diferentes tipos de trenzas o estilos protectores no solo fueron ingeniados por las comunidades para garantizar la manutención del cabello afro, sino que, entre las diferentes facetas de su connotación histórica, se advierte el haber sido utilizado como una herramienta de supervivencia en épocas de esclavitud. En palabras de la investigadora Diana Contreras, “las trenzas más allá de un peinado fueron un método y una forma de comunicación interna que se forjó como estrategia para ser un medio de supervivencia y resistencia cultural”. En efecto, a manera de acto comunicativo codificado dentro de la comunidad afro, por medio del trenzado se dibujaban en los cabellos de las mujeres los mapas que señalaban los caminos de escape o los puntos de encuentro de los circuitos de liberación de esclavos[1].

Pero ese no era su único uso, pues según Nila de Aguiar, activista del movimiento afro, “las mujeres guardaban semillas de maíz, de arroz o de otros cereales en su cabello para cultivar en los quilombos o en los palenques donde podían vivir libres tras la fuga”, reconociendo que las trenzas fueron también un instrumento que ayudó a mantener la unión y la cultura de la comunidad afro[2].

Cabe resaltar la importancia de los diferentes tipos de trenzas que se enlistan como parte de la herencia afro. Las comunidades africanas, por ejemplo, poseen diferentes formas de trenzar, a través de las cuales crean una identidad cultural y por el mismo gesto pergeñan un método para sobrevivir ante la barbarie de la esclavitud. Recordemos, los pueblos afro fueron durante siglos sometidos y obligados a desprenderse de una parte sustancial de sus costumbres junto con la colonización y la imposición del cristianismo.

Como parte de este proceso etnocida, se instauró una matriz de distinción cultural en función de la cual las diferentes y costumbres de los pueblos no europeos fueron denostadas por criterios de juicio sobre lo ‘bueno’ y lo ‘malo’, lo ‘blanco’ y lo ‘negro’, lo ‘bonito’ y lo ‘feo’, etc. De esta forma se instituyeron límites claros a la personalidad de las identidades diversas, las cuales se veían en la obligación de aceptar desventajosas condiciones que les arrinconaban a dejar de lado la historia de sus antepasados, abandonar sus raíces, olvidar la memoria de sus familiares e incluso a tergiversar su individualidad propia.

Este proceso creó y consolidó estándares de belleza construidos desde pedestales hegemónicos, según lo explica la investigadora Ashley Palacios referenciándose en Daniel Gómez:

Algunas de las consecuencias de esto son el aclarado del tono de la piel, la búsqueda de facciones blancas o finas y, en particular, trata la relación con el cabello que implica cortarlo, alisarlo o esconderlo bajo extensiones. Así, se refleja la imposición y adopción de parámetros estéticos occidentales que atribuyen mayor importancia y aceptación cultural a un solo tipo de belleza: la de los blancos[3].

Este fenómeno se hace tanto más evidente desde el consumo masivo de los medios de comunicación, donde se refuerza el ideal de la estética occidental bajo la promoción de planchas, queratinas y demás productos cuyo uso promete un cabello lo más estandarizado posible. El último boom de la moda no es otro que la ‘queratina para niñas’, producto que se convirtió en tendencia tras el lanzamiento de un comercial en el Instagram oficial de la autoproclamada ‘reina de las Keratinas’, la célebre influenciadora ‘Epa Colombia’[4].

En la mencionada pieza audiovisual se observaba el procedimiento de aplicación del producto sobre el cabello de una niña afro, insinuando que el reto de la empresaria consistía en demostrar tanto la efectividad del producto como las propiedades ‘no dañinas’ de su aplicación. No obstante, dado que el cabello debe pasar por un intenso baño químico para cambiar su estructura completamente, la promesa de un procedimiento inofensivo no suena para nada creíble o segura, mucho menos para el cabello delicado y sensible tipo 4 de la infante afro, considerando que para sellar el producto se debe planchar de tres a diez veces cada mechón.

Como estos, existen muchos ejemplos respecto de la dominación implícita que tradicionalmente se ha ejercido sobre el cuerpo de la mujer negra. Estos repertorios de racismo, una vez devienen interiorizados, también hacen que el resto de la comunidad perciba como ‘bueno’ el cabello dañado a consecuencia de procesos de alisado permanente y la utilización de calor para mantenerlo ordenado, pues de forma tácita los rizos representan lo ‘malo’, lo que no es ‘bonito’.

Sin embargo, las mujeres negras no son indiferentes a la necesidad de cuestionarse el origen racista y colonial de experiencias como la descrita, y junto con el proceso de deconstrucción cultural de las creencias que se consideraban ‘correctas’, también se ha contribuido a generar diversas expresiones de resistencia frente al poder que las sujeta. Nuevamente, en palabras de Palacios:

La transición del cabello abarca procesos físicos y psicológicos para dejar de cortarlos o de tratarlo con químicos. La materialidad de la transformación simboliza reivindicación política, cuestionando el poder y la colonialidad que atribuyen a los cuerpos “imperfecciones”, con el fin de perseguir ideales de belleza impuestos socialmente[5].

En torno a esta resignificación con enfoque étnico de la expresión estética se ha registrado en el tiempo reciente la emergencia de diferentes iniciativas, mecanismos y estrategias para promover que las personas afro reconozcan su historia, como muestra de lo cual se advierte la constitución de colectivos, la realización de podcast e incluso, desde el 2015, se comenzaron a comercializar productos para el cuidado del cabello afro en Colombia.

Consecuentemente, y como ejemplo de lo dicho, en 2021 dos mujeres afrocolombianas participaron del aclamado show de emprendedores “Shark Tank”, al cual llevaron una sugestiva idea de negocio en busca del apoyo de los empresarios que hacen las veces de jueces. Su propuesta consistía en una oferta de productos especializados para el cuidado del cabello rizado, basados en el conocimiento ancestral de ciertas plantas para la creación de una formula exclusiva que permita manejar la resequedad y delicadeza característica de este tipo de cabello. No huelga decir que la idea fue bastante bien recibida y la empresa se encuentra hoy en crecimiento (actualmente, Herencia Eco, como se denomina el emprendimiento, cuenta con más de diez mil seguidores en Instagram)[6].

Esto no solamente deja en evidencia el crecimiento ascenso constante de la industria para el cuidado del cabello rizado tipo 4, sino que también evidencia la reivindicación del cabello afro como una expresión política y un discurso en contra de la hegemonía que pone de relieve la belleza estética propia de la mujer afro aun por fuera de los estereotipos en que malamente se pretende encasillarla. Si bien después de tantos procedimientos de alisado el cabello difícilmente vuelve a ser el mismo, las mujeres frecuentan la realización de un proceso de transición, en el cual optan por cortarlo integralmente para permitir el crecimiento de nuevo cabello y evitar hacer nuevamente uso de planchas o químicos. A su modo, esta práctica también representa una declaración de percibir la corporalidad como algo propio, como una realidad histórica en la sociedad por fuera de los estándares de belleza estatuidos desde las instancias del poder cultural y simbólico.

Contemplado de esta forma, el hecho de que las mujeres afro cada vez se encuentren más interesadas en dejar crecer sus rizos de forma natural también significa una reivindicación de la identidad cultural, comprendiendo su estética desde un componente histórico y no desde una percepción normalizada y masiva.

Por: Natalia Lopez


[1] Contreras, D. (2019). Una pedagogía para la cultura: trenzas palenqueras, tejiendo memorias, caminos que liberaron de la esclavitud. [Trabajo de grado, Universidad Distrital Francisco José de Caldas]. Repositorio Institucional: https://repository.udistrital.edu.co/handle/11349/23672

[2] De Aguiar, N. (2019). En: El Tiempo. El cabello afro, un símbolo de resistencia. [Archivo de Prensa, CIDAP]. Repositorio Digital CIDAP: https://bibliotecadigital.udea.edu.co/handle/10495/16591

[3] Palacios, A. (2020). El poder de la belleza negra: discursos y prácticas en torno al cabello afro. [Trabajo de grado, Universidad de Antioquia]. Repositorio Institucional: https://bibliotecadigital.udea.edu.co/handle/10495/16591

[4] Epa_keratinas100k. (s.f.). Keratina para niñas Epa Colombia – ¿Cómo aplicar? [Archivo de Vídeo]. Youtube:  https://www.youtube.com/watch?v=_E-L2lMny08

[5] Palacios, 2020.

[6] Shark Tank Colombia (s.f.). ¡Los productos para cabello afro asombran a los tiburones! | Shark Tank Colombia [Archivo de Vídeo]. Youtube:  https://www.youtube.com/watch?v=D-DwwqUnKh0

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