Esta semana tuvimos la oportunidad de entrevistar a Yolanda Perea, una mujer oriunda de Riosucio, Chocó, que a partir de su trabajo como lideresa comunitaria y defensora de los derechos de las víctimas de violencia sexual se armó de argumentos y participó como candidata al Senado por el recientemente restituido partido Nuevo Liberalismo en las últimas elecciones legislativas.
A temprana edad, Yolanda experimentó de la peor manera las desdichas del conflicto armado a través de su cuerpo, su familia y su territorio, lo cual la lleva al destierro, primero hacia Apartadó y posteriormente a Medellín. Su proceso personal se traduce en una lucha constante por superar la condición de víctima y romper el silencio sobre las agresiones sexuales, participando activamente en mesas de victimas municipales, departamentales y nacionales[1].
Desde 2011, Yolanda no ha dejado de insistir en denunciar las distintas violencias que viven las mujeres en medio del conflicto. De allí se desprende su participación en la iniciativa Arrópame con tu esperanza, por la cual se busca sensibilizar a la sociedad colombiana sobre la necesidad de que las víctimas de violencia sexual puedan acceder a una reparación integral y a garantías de no repetición, así como a procesos de justicia, verdad y reparación[2].
Le preguntamos por la trayectoria que la condujo hacia la contienda electoral, por las dificultades que le imponen las estructuras racistas y patriarcales en el desarrollo de sus actividades, y por el futuro de la participación de las mujeres afrodescendientes en la política. Las reflexiones de Yolanda nos permiten ampliar nuestra comprensión sobre por qué es necesaria una mayor presencia de las mujeres cuando se busca una transformación concreta de las realidades de Colombia.
¿Cómo es ese tránsito desde tu liderazgo nacional frente a las violencias sexuales hacia la lucha por un espacio en el Senado?
Creo que cada día más se llega al momento en el que no se puede solamente ser crítica de los espacios y más bien se trata de cómo una propone y se mete al ruedo para poder cambiar eso que se critica. Creo que el espacio de la legislación y el Congreso ha sido bastante crítico porque hemos hecho falta las mujeres. Gracias a Dios quedaron electas varias mujeres, como Cha Dorina Hernández para la Cámara por Bolívar, y eso para mí es una satisfacción muy buena. Por otro lado, la votación que sacó Francia Márquez a la Presidencia es una muestra de que, como mujeres negras, empobrecidas, campesinas, víctimas del conflicto, despojadas de nuestras tierras, tenemos unas capacidades a las cuales no se les ha dado el espacio para hacerlas visibles y poder trabajar desde allí.
Entonces, ¿qué tocó hacer? Nosotras mismas poner nuestro nombre en el papel. No esperar a que otro lo pusiera, sino poner nuestro nombre y echarnos al ruedo. Proponer es decir que sí teníamos la capacidad y que podíamos trabajar en colectivo, eso fue lo que conllevó a que quisiera participar en política.
El ejercicio que hicimos desde el Nuevo Liberalismo fue fenomenal, con un impacto importante. En el fondo, a mucha gente la preocupa que ciertos sectores no llegaran al poder, porque sabían que podemos hacer una rejuntancia total en búsqueda de ese restablecimiento integral de derechos, donde realmente todos los sectores puedan tener una voz conjunta. Estas cosas fueron las que me llevaron a ser parte y apostarle a ese cambio. Y ¿sabes?, si tuviera la oportunidad, lo volvería a hacer, porque es que hay que colocar nuestras ideas en el escritorio y que se vea que ahí estamos las mujeres negras.
Ahora bien, te quería preguntar un poco sobre las dificultades por las que has pasado en este camino electoral. Partiendo de experiencias como las de Paula Moreno, quien fue ministra de Cultura para el año 2007, entiendo que obviamente el racismo, el clasismo y el machismo hacen parte de estos espacios de poder. En este sentido, ¿contra qué dificultades has tenido que luchar en este proceso electoral?
Lo más difícil de hacer política ha sido hacer política sin plata. Enfrentarse a una maquinaria como la del Chocó es muy difícil, pero, sobre todo, también cuando a una le dicen que encima eres mujer. Una mujer negra, dicen: “que no tiene los estudios o los cartones que se necesitan para llegar a legislar al Congreso, que con qué cara vienes a que votemos por ti”. Además, eres un rostro que apareció solo ahora. Por otro lado, señalan que sí hay mujeres capacitadas y ahí me mencionan que Cabal, que Paloma… Y ahí yo digo: ¿en serio? Es claro que estas mujeres pueden tener los cartones y la formación que quieran, pero a más de una le hace falta concordancia. Y le falta porque legislan para su entorno, para su conveniencia familiar y no para las necesidades del pueblo colombiano y menos las necesidades que tienen las mujeres negras. Es una falta de respeto.
Por otro lado, para mí también ha sido difícil asumir el hacer política embarazada. Porque es mucho más complicado salir a las calles, los semáforos, las reuniones hasta tarde… Eso cansa muchísimo, llevar este doble trabajo ha sido difícil y no es algo que se reconozca. Tengo que mostrar las capacidades que tengo y eso fue algo que no mucha gente entendió, pues muchos pensaron: “ésta se está haciendo” o “¿ésta qué está haciendo aquí, en vez de estar cuidando a su bebé?”. Esto demuestra que, como mujeres, en cualquier rol que nos toque tenemos la capacidad para cambiar y transformar.
¿Cuáles crees que son las posibilidades que abre el hecho de que hoy, poco a poco, haya una mayor presencia de mujeres afrodescendientes en espacios como la Cámara, el Senado e incluso la Presidencia?
Yo creo que todo va a depender de si más mujeres se atreven a colocar su nombre. Si más mujeres se atreven a arrancar en ese camino de irradiar en otras la confianza, de que sí somos capaces, de que aquellas que llegaron antes o aquellas que llegaron ahora, como Francia, deben fortalecer los liderazgos de mujeres negras para seguir incentivando nuestras capacidades. Francia tiene una voz importantísima en este momento en el país, y si la sabe utilizar bien, puede lograr que más mujeres participen en asambleas, concejos, alcaldías, gobernaciones y así sucesivamente para ir empoderando nuevos espacios y seguirle trabajando al tema de la paridad en el Congreso y en todos los espacios.
Creo que lo más importante es que nos podamos juntar, entretrenzar y arropar en la esperanza. Porque aquí todo lo podemos juntas. Si nosotras no hacemos una rejuntancia político-social y estructural, no va pasar nada. Y si no tenemos una elocuencia frente a lo que decimos y hacemos, estamos perdidos. Es allí donde van a seguir utilizando nuestros nombres simplemente para la foto. Tenemos que llegar y, desde el espacio en el que estemos, tenemos que colocar nuestra voz, tener postura y defenderlo hasta lo último. Yo creo que eso es lo que hay que hacer.
Nosotras las mujeres tenemos la mentalidad y una calma y una paciencia para que comentarios tan dañinos no nos rompan y decidamos dejar todo tirado. En esto toca seguir tejiendo. Nosotras lo seguiremos porque es lo que sabemos hacer. ¿Qué es defender desde la palabra nuestros derechos? Significa seguir movilizándonos, realizando plantones y seguir visibilizando cuáles son las necesidades que tiene el pueblo en general. Nosotras no nos enfocamos en un sector de la población. Por ejemplo, yo que me enfoco en el tema de violencias sexuales, esto no es un asunto solo de mujeres, sino también de hombres, personas LGTBI e infancias.
Invito a todas las hermanas negras de estos movimientos de la periferia a que nos unamos, a que trabajemos y pensemos en la rejuntancia social de todos y todas.
Por:Daniel Villamil
[1] González, I. (s.f.). Yolanda Perea, narrando el caos. Revista vive Afro: https://revistaviveafro.com/personajes/yolanda/
[2] Arrópame con tu esperanza (s.f.). Quiénes somos: https://www.arropamecontuesperanza.com/conocenos
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