Los derechos de las mujeres negras : Lo qué significó la marcha del 8M

marzo 25, 2022

Contribución al desaprendizaje del racismo patriarcal

El 8 de marzo es la fecha designada por los países miembros de Naciones Unidas para conmemorar el Día Internacional de la Mujer. Algunas personas felicitan, celebran y agradecen la existencia de las figuras femeninas cercanas que desempeñan ciertos papeles en sus respectivas familias: madres, hermanas, tías, hijas, abuelas, amigas, en fin. Pero también, y más importante aún, es una fecha para recordar las luchas históricas de la mujer como sujeto libre y con derechos. Para Cimarrón Producciones es de suma importancia resaltar la labor de la mujer afro en la esfera pública y su gesta comunitaria en escenarios de participación política, económica y social.

En primer lugar, se debe comprender que la palabra ‘mujer’ cobija a diferentes etnias y culturas, y sus implicaciones varían según la particularidad de cada grupo. En este caso, es importante mencionar la trayectoria de la mujer negra como responsable de la conservación de la cultura y las costumbres de su comunidad, y desde el feminismo negro se ha demostrado la fuerza y resiliencia de la mujer negra en la sociedad.

Esta lucha feminista hunde sus raíces en los procesos de resistencia de las mujeres esclavas, a quienes se les arrebató el espíritu, se les colonizó la identidad y se les sexualizó el cuerpo, todo ello mediante la creación de estereotipos y la categorización de lo ‘bueno’ y lo ‘malo’ acarreada en el discurso hegemónico del poder de las razas, cuyo sostén es la satanización de las diferencias fisiológicas, desde el color de la piel hasta la contextura del cuerpo, pasando por la textura del cabello.

No obstante, el nacimiento de la causa feminista al interior de la comunidad afroamericana esclavizada se entretejió de una forma tan sutil como impactante, a saber: desde la variante rítmica del discurso, aferrándose al blues como herramienta de expresión y comunicación. Tal era la única forma de que las mujeres fueran escuchadas, particularmente ellas, mujeres negras, pobres y de clase trabajadora empeñadas en crear una expresión colectiva de esperanza por ellas y para ellas en medio del desolador panorama de la esclavitud. En palabras de la antropóloga social Mercedes Jabardo a propósito de la obra de Ángela Davis, “el blues femenino funcionaba, en este sentido, como lenguaje de resistencia, capaz de articular en un discurso común los intereses colectivos de un grupo subyugado”[1].

De este modo, se comienzan a estatuir prácticas, tácticas y escenarios de resistencia mediante la creación de mensajes codificados, pero perfectamente comprensibles para las distintas personas que, merced de su bagaje sobre la causa antiesclavista, estaban en condición de interpretar adecuadamente las referencias de cada frase, cada verso, cada estrofa y cada canción. Es así como se cultiva paulatinamente una visión contrahegemónica de las normas impuestas, de las estructuras sociales y del comportamiento colectivo, por la cual se introducía en el lenguaje de las personas un discurso de contrapoder. Esta utilización del discurso influenció decididamente a las negritudes, mas semejante estrategia era solo el comienzo de una larga lucha por la conservación de la cultura negra.

A pesar de la enorme brecha educativa que relegaba multidimensionalmente a la población afro, la segunda ola del pensamiento feminista consistió en la apropiación de información y la creación de estudios donde la mujer negra constituía el núcleo de la operación, abriendo espacios de discusión política donde el principal propósito era la deconstrucción del discurso racista y excluyente.

Por otra parte, la mujer negra ha tenido que atravesar un largo proceso identitario al interior de la sociedad y, aunque su lucha se remonta décadas atrás, aún hay mucho por hacer en lo que al ‘desaprendizaje’ de las maneras coloniales de la comunidad afro respecta, puesto que, para decirlo en palabras de Audre Lorde, “las herramientas del amo no destruirán nunca la casa del amo”[2].

La citada frase es la metáfora indicada para designar el proceso de desaprendizaje colectivo que compromete hoy a las personas afro que viven en las grandes metrópolis y que aún no reconocen su propia historia, pues solamente hasta que se adquiere conciencia de la búsqueda de identidad se llega a la percepción de las propias raíces y de la perdurabilidad de la lucha ancestral, omitiendo estereotipos físicos y abrazando al mismo tiempo las particularidades culturales y las libertades individuales de las que se goza.

En este sentido, aspectos como el autorreconocimiento, la comprensión de la historia propia y el abandono de las ideas hegemónicas normalizadas por la sociedad mayoritaria, representan las etapas de un proceso que ha de ser efectuado con todo el rigor del caso. Se trata de rechazar la imposición sociocultural de ciertas ideas estigmatizantes, por ejemplo, aquellas que circundan la percepción del cabello afro e infunden un criterio peyorativo de él. En virtud de estos imaginarios, ya desde muy temprana edad las niñas afro son influenciadas, a través de múltiples instancias discursivas, a planchar su cabello bajo el absurdo supuesto del “pelo malo”, lo cual no implica solamente una exposición a largos y dañinos procesos para obtener un cabello liso, sino también la manipulación implícita del concepto de belleza.

Por eso mismo, este 8M, desde Cimarrón Producciones y otras organizaciones y colectivos que participan de la lucha por los derechos afro, hemos salido a las calles a manifestar nuestras consignas y recordarle al mundo que faltan mujeres, que faltan muchas de ellas en esta lucha contra la hegemonía, las clases sociales y la estructura patriarcal. Hemos acogido el activismo feminista como una responsabilidad para con cada una de ellas y para con una comunidad que aún lucha por ser escuchada.  

Habremos de reparar en que la mujer negra tiene más poder del que se imagina y, asimismo, entre más consciente se sea de ello, más contundentemente se hará temblar al mundo desde el arte, la cultura y nuestra presencia en las movilizaciones cuyas pancartas no solamente cuentan la historia de uno entre tantos feminicidios que ocurren a diario, sino que también, y más importante aún, cuentan una historia de resistencia colectiva para conmemorar a todas las mujeres que fueron esenciales en la lucha por la libertad femenina.

Con todo, no huelga recordar que, a pesar de que el día de la mujer se puede percibir de muchas formas, su principal vocación es la de actualizar un compromiso para recordar una ardua batalla por la igualdad que aún continúa; desde el autorreconocimiento y la sabiduría cultural, la mujer negra ha logrado romper las barreras jerárquicas de poder, burlándose de la hegemonía con un buen blues.


[1] Jabardo, M. (2012). Introducción y notas. En: Jabardo, M. (ed.), Feminismos negros: una antología (pp. 13-59). Madrid: Traficantes de Sueños.

[2] Lorde, A. (2004) Edad, raza, clase y sexo: las mujeres redefinen la diferencia. Sentipensares fem: https://sentipensaresfem.wordpress.com/2016/12/03/ercsal/

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